martes, 15 de julio de 2008

UNIDAD DOS

EL CONOCIMENTO SOCIAL DEL CONOCIMIENTO HISTORICO
EL POSITIVISMO



El termino Positivismo fue utilizado por primera vez por el filósofo matemático francés del Siglo XIX Auguste Comte, no obstante, algunos de los conceptos positivistas pueden perseguirse claramente desde Hume, Kant, y Saint-Simon.

El hombre, al no obtener las respuestas esperadas en la religión, en su búsqueda y peregrinaje permanente, por saber el porque de las cosas, fija su atención en la ciencia, ya que la misma le brinda seguridad, confianza y confort. Ya no es el hombre, a merced de la naturaleza, mas bien es un ser, que encuentra respuestas lógicas al estudiar en forma analítica, los mecanismos de los objetos que se encuentran en su alrededor.


Y en este marco, con los cimientos antes mencionados, germina la semilla del Positivismo, doctrina que Comte resume bien, a través de su Ley de los Tres Estadios, marcando así el comienzo de la Historicidad del Conocimiento Humano.

A partir de este momento, la realidad se va a encontrar limitada por coordenadas de: tiempo, espacio y masa, puesto que solo considera la posibilidad de estudiar científicamente los hechos, los fenómenos, el dato experimentable, lo observable,
lo verificable para lograr el progreso de la sociedad, y ello, solo se puede alcanzar a través de la ciencia, considerada desde Hegel, como la expresión más pura de la Racionalidad de la cultura. Esta, se propone a entender el mundo real, definir sus relaciones, leyes y características de la manera más objetiva, independientemente de la subjetividad de los investigadores, de los orígenes y condiciones psico-sociales del descubrimiento o de sus aplicaciones prácticas, utilizando en todo momento, la verificación en la experiencia y en la observación de los fenómenos. Concepción que se expande hacia todas las ramas del saber, inclusive hacia los hechos sociales que también son tratados como cosas.

El Positivismo no admite como válido científicamente otros conocimientos, sino los que proceden de la experiencia, rechazando toda noción a priori y todo concepto total y absoluto, por lo que apoya el relativismo del conocimiento. El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los métodos exclusivos de la ciencia.


El Positivismo es, antes que nada, una Teoría de Historia y un intento de construir una teoría de la sociedad humana es decir una sociología. El dogma del progreso y los tres estados de la sociedad (de Comte), son las dos columnas

fundamentales que la sostiene. La base del planteamiento de Comte consiste en afirmar que todo enunciado o proposición que no se corresponda al simple testimonio de un hecho, no encierra ningún sentido real e inteligible.

Algunas ideas centrales de su pensamiento son: la concepción historicista del desarrollo de la ciencia y de la razón; las cuales él desarrolla en tres estados fundamentales, es decir, la historia del pensamiento transitó por tres senderos y en el último radica la

verdad clara y demostrada; estos estadio son:






Estadio mitológico – teológico: en este estadio el ser humano hace depender los fenómenos naturales de la voluntad de poderes personales superiores, es lo conocido como fetichismo donde se atribuyen poderes mágicos a fenómenos naturales. Es en este
estadio donde se vive el proceso del paso del politeísmo al monoteísmo.





Estadio metafísico: es el estadio en el cual todo es explicado a partir de entidades abstractas, es un período crítico, en el cual irrumpen las fuerzas disolventes de la inteligencia; simplemente es transitorio.


Estadio positivo: Es el estadio definitivo y superior porque en él se explica la realidad mediante la observación y la experimentación. Ya que, el Positivismo busca explicar los hechos por medio de la formulación de sus leyes y es por ello que prescinde de la metafísica. En este estadio se renuncia al conocimiento de lo absoluto, y se pasa a buscar las leyes de los fenómenos.


PRESENTISMO


Dentro de la filosofía del tiempo, el llamado presentismo es la creencia de que únicamente existe el presente, mientras que futuro y pasado son irreales.


Las entidades “pasado” y “futuro” deben, por tanto, ser consideradas como constructos lógicos o ficciones. Lo contrario del presentismo sería el eternalismo o creencia de que las cosas en el pasado y en lo por venir existen eternamente. Otro punto de vista similar al eternalismo (aunque sostenido por pocos filósofos) es la teoría del universo de bloque, que argumenta la existencia del pasado y el presente, pero no la del futuro.


El presentismo es compatible con la relatividad o invariancia galileana, en la cual el tiempo es independiente del espacio, pero probablemente es incompatible con la relatividad de Einstein Lorentz juntamente con otras tesis filosóficas que Muchos encuentran indiscutibles.

Según otras fuentes, la ontología del presentismo sostiene que sólo existen los objetos y tiempos presentes y que la principal razón filosófica para aceptar el presentismo es que permite solucionar el problema del cambio sin convertir

las propiedades intrínsecas de un objeto en relaciones. Sin embargo, aunque el presentismo es compatible con el espacio-tiempo newtoniano, pierde validez cuando intenta explicar el espacio-tiempo de Einstein-Minkowski. La razón es que en el

espacio-tiempo relativista cada observador tiene su propio presente (su propia hiper-superficie de simultaneidad). Por tal motivo, se han dado diversas versiones del presentismo: "presentismo de cono", de "punto" y de "superficie Los dos primeros intentan acomodar el presentismo a la teoría de la relatividad; el último, en cambio, propone adaptar la relatividad al presentismo.

Dichas fuentes, además, definen como teorías no-presentistas: el eternalismo o modelo de universo de bloque, que considera que todos los acontecimientos pasados y futuros son tan reales como los presentes. La otra ontología no-presentista es el modelo de universo bloque en expansión, que asume que el pasado es tan real como el presente, pero el futuro es irreal.
Condicionamiento social del conocimiento histórico..

El historiador elige su objeto de investigación particular, determinando qué analizará; selecciona a sus fuentes, así como los hechos relevantes del proceso estudiado, cuyas relaciones determina y explica. Dicho proceso no se desarrolla al margen del espacio y el tiempo, sino que como una forma de actividad práctica transcurre en un momento y unas circunstancias específicas, por lo cual se trata de un proceso histórico y socialmente determinado.
Debe precisarse ahora, que la actualidad deja sentir su influencia sobre el historiador quien ocupa una posición definida dentro de la sociedad, y que aprecia dichas circunstancias a partir de los intereses y puntos de vista de la clase a la cual pertenece y cuya ideología comparte.

El conocimiento histórico, sin embargo, está socialmente condicionado no sólo por las circunstancias en que se produce, sino también por los propósitos que se persiguen con su producción.
Las concepciones expuestas por los historiadores dependen de sus posiciones filosóficas, políticas, en fin, de su posición de clase. Los historiadores que pertenecen o representan a distintas clases pueden explicar de diverso modo las mismas cuestiones.
Frente a esta problemática, la historiografía burguesa se escinde en dos tendencias fundamentales. Los historiadores objetivistas proclaman que sólo apartándose de la realidad inmediata y concentrándose en un pasado al margen de toda polémica ideológica, es posible alcanzar un conocimiento histórico objetivo.

Una visión más moderna y sofisticada de esta misma línea se plasma en las doctrinas contemporáneas del “fin de las ideologías” y la “neutralidad ideológica” de las ciencias sociales. En este caso la “asepsia” ideológica de los estudios sociales se lograría no ya por el inverosímil aislamiento del investigador, sino gracias a los avances científico-técnicos de la sociedad “pos-industrial”, cuyas exigencias de “racionalidad” impondrían una superación de todas las ideologías, entendidas estas siempre como una visión distorsionada o “conciencia falsa” de los fenómenos sociales del resto de los valores y de aislarla de la práctica, de la política efectiva principalmente.


Como el aislamiento del investigador, resulta imposible, salen a la palestra las tesis subjetivas del “relativismo histórico”. Según estas, todas las interpretaciones históricas son reflejo de los intereses de sus autores y, por tanto, sólo expresan puntos de vista unilaterales y equivalentes.
Una visión más moderna y sofisticada de esta misma línea se plasma en las doctrinas contemporáneas del “fin de las ideologías” y la “neutralidad ideológica” de las ciencias sociales. En este caso la “asepsia” ideológica de los estudios sociales se lograría no ya por el inverosímil aislamiento del investigador, sino gracias a los avances científico-técnicos de la sociedad “pos-industrial”, cuyas exigencias de “racionalidad” impondrían una superación de todas las ideologías, entendidas estas siempre como una visión distorsionada o “conciencia falsa” de los fenómenos sociales del resto de los valores y de aislarla de la práctica, de la política efectiva principalmente.

Como el aislamiento del investigador, resulta imposible, salen a la palestra las tesis subjetivas del “relativismo histórico”. Según estas, todas las interpretaciones históricas son reflejo de los intereses de sus autores y, por tanto, sólo expresan puntos de vista unilaterales y equivalentes.

La objetividad científica en un sentido pleno, sólo puede alcanzarse desde las posiciones de una clase especialmente progresista, poseedora de un interés vital en impulsar el desarrollo social y capaz de comprender sus leyes, ésta, es la clase obrera. Es por ello que el partidismo de la historiografía marxista, plenamente identificado con los intereses de clase del proletariado, lejos de resultar un obstáculo al conocimiento, constituye una condición misma de su objetividad.

Sólo desde las posiciones de la clase revolucionaria, de aquella que defiende en el presente los intereses del futuro, es posible entender correctamente la dirección general de la historia, puesto que sólo ella es legítima heredera del pasado histórico y cumple las tareas planteadas por éste.



Que distingue el historicismo del relativismo?


El historicismo es una tendencia filosófica, inspirada en las invenciones de Benedetto Croce y Leopold von Ranke, que considera toda la realidad como el producto de un devenir histórico. Concibe al ser esencialmente como un devenir, un proceso temporal, que no puede ser captado por la razón. Concibe el devenir como historia y utiliza más la ciencia del espíritu.Según el historicismo, la filosofía es un complemento de la historia. Su tarea consiste en llevar a cabo una teoría de la historia. Esta se propone efectuar una exploración sistemática de los hechos históricos. Los hechos políticos, científicos, técnicos, artísticos, religiosos, etc., pueden ser considerados hechos históricos porque tienen importancia para la vida del hombre.Según Wilhelm Dilthey, todo elemento del pensamiento abstracto, científico, actual; lo confronta con la naturaleza humana entera, tal como lo muestra la experiencia, el estudio de la lengua y de la historia, y busca su conexión.Karl Popper definió al historicismo como: "Una aproximación a las ciencias sociales que asume que la predicción histórica es su objetivo principal, y que asume que su objetivo es alcanzable mediante el descubrimiento de los "ritmos", o los "patrones", las "leyes" o las "tendencias" que subyacen a la evolución de la historia" (Introducción a "La miseria del historicismo").Popper criticó este tipo de historicismo, practicado, según él, por filósofos como Hegel, Marx y Oswald Spengler.Relativismo es todo sistema de pensamiento que afirma que no existen verdades universalmente válidas, ya que toda afirmación depende de condiciones o contextos de la persona o grupo que la afirma. Como pensamiento, movimiento o propuesta sobre el conocimiento humano viene estudiado dentro de la Epistemología o Filosofía del conocimiento. Cuando se afirma que el conocimiento cierto es relativo a condiciones propias del sujeto (intereses personales, creencias previas, estado de ánimo,...) entonces se suele hablar de Subjetivismo, y a veces recibe un tratamiento independiente. El Relativismo es conceptualmente cercano al escepticismo, aunque este llega más lejos: no sólo es imposible establecer verdades absolutas, sino que no se puede llegar a conocer certeramente ninguna verdad. Las primeras afirmaciones del Relativismo se inician en Grecia por los sofistas, siendo el más famoso Protágoras de Abdera con su expresión: "el hombre es la medida de todas las cosas" y fue desarrollado dos mil cien años después por Descartes con la polémica entre el racionalismo y el empirismo. A partir de Kant, con su giro hacia el idealismo transcendental, se puede empezar a discutir el carácter relativista de algunos planteamientos. Actualmente vuelve a tener una gran importancia en el pensamiento filosófico y teológico, pues numerosos autores y corrientes filosóficas del siglo ** se han clasificado como relativistas o subjetivistas: Nietzsche, James, Dewey, Wittgenstein, Rorty... Entre las corrientes, son o impulsan el relativismo: el existencialismo, el estructuralismo, el contructivismo social, junto con las nuevas concepciones de la filosofía de la ciencia (Kuhn, Lakatos, sobre todo Feyerabend). Pero la gran corriente relativista es la posmodernidad.El relativismo tiene connotaciones teoréticas, pragmáticas y éticas, morales y culturales. Puede ser un relativismo fuerte o absoluto, o una afirmación limitada a un solo campo (la religión, las normas morales, el derecho,...). El desarrollo fundamental es en torno a dos temas o dos posturas, diferentes en su tratamiento: el relativismo cognitivo (hay diversas interpretaciones del conocimiento) y el moral (hay normas culturales en cada sociedad particular).El Relativismo cognitivo es el que centra sus argumentos en la incapacidad del conocimiento humano para establecer verdades universalmente válidas. Cada afirmación es dependiente (relativa) a un contexto o estructura que la condiciona. Estas estructuras que hacen relativa toda afirmación son: el lenguaje, la cultura, los paradigmas de un período histórico, las creencias religiosas, el género, raza o estatus social, y sobre todo la experiencia e historia de cada individuo.Se plantea el problema del Relativismo cultural, cuando afirmamos que la diversidad de ideas y valores entre las distintas sociedades es irreducible; no se puede juzgar un elemento cultural desde otra sociedad, lo único importante es que tenga sentido dentro de esa cultura.El relativismo cultural llega a afectar seriamente la moral como usos y costumbres, magnificando el concepto: no hay una verdad absoluta y ésta depende de cada individuo en un espacio o tiempo concreto o intereses. Según estas posturas, cada afirmación moral depende de convenciones de las personas de esa cultura, y no puede ser cuestionada.Sus defensores afirman que el relativismo salvaguarda la subjetividad y promueve el respeto hacia opiniones diversas y culturas distintas.Sus detractores afirman la necesidad de asumir la existencia de verdades reales, objetivas, válidas para toda cultura. Se afirma asimismo que la verdad está ligada a la práctica, y que la acción concreta exige valorar el acierto o el error como algo real, no relativo. Una salida dura al relativismo es el positivismo como metodología de la objetividad para teorías verificables, para evitar la relativización del acceso a la verdad. Un nuevo principio incorporable al conocimiento científico es la relativización, no deseable como categoría o como marco, perfeccionando la percepción de las metodologías.
La paradoja 'tolerancia - pluralidad contra uniformidad.

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