viernes, 18 de julio de 2008

HISTORIOGRAFIA

HISTORIOGRAFÍA
A lo largo del siglo XIX se fueron cimentando las bases para la enseñanza de la historia, al mismo tiempo que se forjaba la idea de una historia nacional. Ambos procesos se relacionan estrechamente entre sí y con las corrientes historiográficas y pedagógicas de ese periodo.

En cuanto a la historiografía, una historia erudita prevaleció durante la época y alcanzó parte del siglo XX, considerando que, gracias a los métodos empleados, el conocimiento histórico adquiría un rango de certeza y verdad incuestionable. Su campo fundamental fue la dimensión política, particularmente de los Estados y sus relaciones, los acontecimientos y los grandes personajes. Así, estos asuntos se incorporaron a la enseñanza de tal manera que aprender historia significaba memorizar nombres, acontecimientos y hechos relevantes.

El historicismo, por su parte, cuestionó al positivismo en su pretendida objetividad, al considerar que carecía de sustento, pues perdía de vista a los sujetos cognoscentes y sus valores y creencias. Planteó la necesidad de revisar la elaboración del conocimiento histórico y de considerar que debía ponerse en duda la supuesta objetividad. La historia de las ideas fue uno de los campos privilegiados, junto con la crítica documental, y permitió atender con mayor rigor las certezas absolutas.

El marxismo, en su modalidad académica, proporcionó una explicación de los procesos históricos. Se interesó por la sociedad más que por los individuos. La historia se concibió, entonces, como una transformación de la sociedad e incorporó los conflictos sociales en el largo plazo. Privilegió las condiciones materiales de las sociedades y la búsqueda de explicaciones de los cambios históricos. Uno de sus campos de análisis fue la dimensión económica y social de los procesos históricos. En cuanto al conocimiento en sus versiones más decantadas, puso mayor énfasis en la necesidad de reconstruir la "historia de las sociedades", al considerar el carácter dinámico e inacabado del conocimiento histórico, en tanto que es una “historia en construcción".

Otra perspectiva historiográfica significativa del siglo XX fue la llamada Escuela de los Annales; a ésta le interesaba incorporar a la historia en el campo de las ciencias sociales, ya que consideraba como objeto de la historia a las sociedades y su estrecha relación espacial. Tiempo y espacio son dos categorías indisolubles. Indagó en lo general, haciendo a un lado los acontecimientos y abriendo el camino hacia el estudio de los periodos de larga duración. Se caracterizó por su pretensión de globalidad, ya que abogó por una "historia total" integradora. Su acercamiento metodológico privilegió la historia problema y propició el uso de un sinnúmero de metodologías, en diferentes campos de la historiografía cada vez más especializada.

La actual historiografía profesional, a partir de la segunda mitad del siglo XX, se caracteriza por el fortalecimiento de distintos campos de análisis. La especialización y el uso de diferentes métodos la distinguen. Las historiografías han ahondado en múltiples campos del conocimiento histórico. Asuntos muy diversos preocupan a los historiadores. La historia económica, la social y cultural, y recientemente la política, con nuevas perspectivas, entre otras, identifican a los historiadores. Cada una a su vez, con múltiples áreas de interés.

Las interrogantes se enriquecen, la perspectiva espacial adquiere dimensiones mayores. Mientras las historias nacionales son incorporadas en una dimensión más amplia; las historias comparadas cada vez van adquiriendo más importancia. Se evitan los determinismos y se buscan explicaciones plurales. La historiografía contemporánea se interroga acerca de las múltiples dimensiones y facetas de las sociedades y sus integrantes. Nuevos problemas adquieren relevancia; por ejemplo, la ecología en su perspectiva histórica, el estudio de la vida cotidiana, el funcionamiento de los sistemas políticos, las enfermedades, los grandes espacios geográficos, entre otros. Asuntos que despiertan interés en la sociedad contemporánea, y cuyo aprendizaje se convierte en un campo de conocimiento indispensable para las futuras generaciones.

Otro aspecto relevante a considerar en la enseñanza es el desarrollo cognitivo. Las investigaciones en este campo han mostrado que entre los 12 y 13 años de edad se producen cambios en el pensamiento de los adolescentes; esto significa que están en posibilidades de desarrollar un mayor nivel de abstracción conceptual. Además, algunos especialistas señalan que el aprendizaje no sólo depende del nivel de desarrollo cognitivo del estudiante y consideran que, mediante la intervención didáctica, es posible influir positivamente en él.

Desde esta perspectiva, el aprendizaje no es sólo transmisión de información, sino también un proceso activo mediante el cual el alumno construye el conocimiento, gracias a nuevas experiencias educativas, y modifica sus esquemas iniciales. Es decir, el proceso de aprendizaje tiene una secuencia que inicia con la recuperación de las ideas previas y que busca su reformulación o enriquecimiento por medio del planteamiento del conflicto cognitivo, para que el estudiante elabore nuevos conocimientos.

Las aportaciones de las corrientes historiográficas y de las teorías del aprendizaje fueron referentes importantes para la elaboración del currículo de Historia 2006.